Cuando nos convertimos en incondicionales para alguien, es desgastante….
Nos posicionamos en un cuerpo que no es nuestro y tomamos un corazón que no es el propio, sufrimos cuando nadie nos ha hecho a nosotros nada, pasamos de la alegría al llanto aun cuando todo a nuestro alrededor esta maravillosamente bien, perdemos el sueño aun cuando nuestros ojos se sienten pesados y nuestro cuerpo está agotado.
Nuestro corazón pasa a segundo plano constantemente, acomodamos los horarios para que nuestro día se vuelva de 25hrs. ¿Cómo lo logramos?
La respuesta es sencillamente una y es que es hermoso como el ser humano tiene una gran capacidad para Amar que no hay un límite para dicho sentimiento. Y no me refiero solo al amor Eros sino a todo tipo de amor, ya sea el amor fraternal, amor ágape, cualquiera que exista y se conozca.
El amar a otro ser humano nos hace sufrir y al mismo tiempo vivir, nos da una alegría constante aunque el cansancio este siempre ahí. Que sería de nosotros sin ese amor, seriamos seres inertes y movidos únicamente por nuestros instintos y no por nuestro corazón.
Y es así cuando nos convertimos en incondicionales, queremos estar siempre ahí para esa o esas personas que significan mucho para nosotros y que logran que hagamos lo que esté en nuestras manos cuando de ayudarlos se trata.
Gracias al más grande que mora en los cielos por los que se han convertido en incondicionales para nosotros.
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